Download ebooks file Optimizing Visual Studio Code for Python Development: Developing More Efficient and Effective Programs in Python 1st Edition Sufyan Bin Uzayr all chapters
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programmers-1st-edition-april-speight/
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The Art Book First Edition Georgina Palffy Sam Atkinson
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Sufyan bin Uzayr
This work is subject to copyright. All rights are solely and exclusively
licensed by the Publisher, whether the whole or part of the material is
concerned, specifically the rights of translation, reprinting, reuse of
illustrations, recitation, broadcasting, reproduction on microfilms or in
any other physical way, and transmission or information storage and
retrieval, electronic adaptation, computer software, or by similar or
dissimilar methodology now known or hereafter developed.
The publisher, the authors and the editors are safe to assume that the
advice and information in this book are believed to be true and accurate
at the date of publication. Neither the publisher nor the authors or the
editors give a warranty, expressed or implied, with respect to the
material contained herein or for any errors or omissions that may have
been made. The publisher remains neutral with regard to jurisdictional
claims in published maps and institutional affiliations.
Chapters at a Glance
Chapter 1, “Introduction to Visual Studio Code,” reviews how to set up
VS Code as well as provide an overview of the basic features, such as:
User interface: Provides the view of the documentation for VS Code.
Setup overview: Analyzes documentation for starting up and
running with VS Code, including platform-related setup.
Keyboard shortcuts: Provides customization options for your own
shortcuts and installation of Keymap extensions.
Keybinding extensions: Covers how to install a Keymap extension
and how to bring the keybindings from other editors to VS Code.
Chapter 2, “Getting Started with Python Programs in Visual Studio
Code,” explains in detail how to set up your VS Code for Python
Development. For the sake of demonstrating with examples, you’ll see
how to install most of the tools on Windows.
Chapter 3, “Setting Up the Environment and Testing,” demonstrates
how to install the top 8 Python extensions by typing Python in the
Extensions item on the Activity Bar.
Chapter 4, “Working with Python Frameworks,” discusses using
Python frameworks, such as Django and Flask. We will discuss topics
such as Python web development, Django apps, Flask development, and
so on.
Chapter 5, “Working with Containers and MS Azure,” covers Python
development in VS Code in assonance with MS Azure. Azure services
can be used for speedy deployment and building of production level
apps. With VS Code, Azure offers neat integration and this chapter
discusses the same.
Acknowledgments
There are many people who deserve to be on this page, for this book
would not have come into existence without their support. That said,
some names deserve a special mention, and I am genuinely grateful to:
My mother and father, for everything they have done for me.
Faisal Fareed and Sadaf Fareed, my siblings, for helping with things
back home.
Sana Akhtar Usmani, for all her help and support.
The Parakozm team, especially Madina Karybzhanova, for offering
great amounts of help and assistance during the book-writing
process.
The Apress team, especially Smriti Srivastava, Shrikant Vishwakarma,
and James Markham, for ensuring that the book’s content, layout,
formatting, and everything else remains perfect throughout.
Reviewers of this book, for going through the manuscript and
providing their insight and feedback.
Typesetters, cover designers, printers, and everyone else, for their
part in the development of this book.
All the folks associated with Zeba Academy, either directly or
indirectly, for their help and support.
The Python and VS Code community at large, for all their hard work
and efforts.
Gallo.—Despues sucedi en el
cuerpo de Dionisio rey de Secilia.
Micillo.—¿Fueste tú aquel que
tuvo por nombre Dionisio el
tirano?
Gallo.—No ese, mas su hijo el
mayor.
Micillo.—Pues di la verdad, que
tambien fueste algo cruel y aun si
digo mas no mintiré; tú ¿no
mataste á tus hermanos y
parientes poco á poco porque
temías que te habian de privar del
reino? bien sé que sino te
llamaron el tirano fué porque en el
nombre difirieses de tu padre;
basta que te llamaron siracusano
por las crueldades que heciste en
los siracusanos; dime la verdad,
que ya no tienes que perder.
Gallo.—No te negaré algo de lo
que pasó desde mi niñez, porque
veas el mal reinar á qué estado
me vino á traer. Yo fue el mayor
entre los hijos de mi padre y como
el reinado se adquirió por tirania
no sucedimos los hijos herederos,
sino trabajabamos ganar la gente
del pueblo que nos habia de
favorescer, y ansi yo procuré
quanto á lo primero haber á pesar
de mis hermanos los tesoros de
mi padre, con los cuales como
liberal distribuí por los soldados y
gente de armas, que habia mucho
tiempo que mi padre los tenia por
pagar, y despues por atraer el
pueblo á mi favor solté tres mil
varones que mi padre tenia en la
carcer muy miserablemente
atados porque no le querian
acudir con sus rentas y haciendas
para aumentar sus tesoros y
solteles el tributo por tres años á
ellos y á todo el pueblo. Mas
despues que fue elegido de los
ciudadanos y comarcanos, ¡oh
Micillo! vergüenza tengo de te lo
decir.
Micillo.—Dimelo, no tengas
vergüenza de lo contar á un tan
amigo y compañero tuyo como
yo.
Gallo.—Comence luego de siguir
la tirania y porque tenia sospecha
de mis hermanos yo los degolle y
despues los quemé á ellos y á
mis parientes y aquellos mayores
de la ciudad, que fueron mas de
mill, y despues dobléles el tributo
fingiendo guerras con las
cercanas provincias y grandes
prestamos; mi intencion era
aumentar tesoros para defender
mi misera vida; deleitabame
mucho en cortar cabezas de los
mayores y en robar haciendas de
los menores; hacia traer ante mí
aquellas riquezas; deleitabame en
verlas; en fin, todo este mi deleite
se me convertio en gran trabajo y
pesar, porque como el pueblo se
agraviase con estas sinrazones,
conspiraron contra mi y por
defenderme retrajeme á la
fortaleza con algunos que me
quisieron seguir. Ya estando allí
cercado, yo aun quisiese usar de
crueldad porque inviandome
embajadores de paz los prendí y
los maté y plugo á Dios que por
mi maldad fue echado por fuerza
de allí y fueme acoger con los
lucrenses, que era una ciudad
sujeta á Siracusa, y ellos me
rescibieron muy bien como no
sabian que yo iba huyendo; yo
como hombre habituado á las
pasadas costumbres comence á
robar entrellos (sic) lucrenses las
haciendas de los ricos, tomando
las mujeres hermosas á sus
maridos y sacando las encerradas
doncellas que estaban
consagradas á los templos, y
robaba los templos de todos los
aparejos de oro y plata que habia
para los sacreficios, y con estas
obras vinieronse los lucrenses á
enojar de mi; ¡oh omnipotente
Dios! y qué trabajo tenía en
conservarme en la vida; ¡cuán
temeroso estaba de morir! ni
osaba beber en vaso, ni aun
comer ni dormir, porque en lo uno
y en lo otro temia que me habian
de matar; ¿qué más quieres, sino
que te doy mi fe que con un
carbon ardiendo me cortaba la
barba por no me fiar de la mano y
navaja del barbero, y trabajé por
enseñar el oficio de barbero, á
unas dos hijas que yo tenia,
porque me quemaba con el
carbon que no lo podia ya sufrir?
Despues que por seis años pasé
estos trabajos, no me pudiendo
sufrir los lucrenses echaronme
por fuerza de la tierra, y sintiendo
en paz á Siracusa volvime para
ella, y como de ahi algunos dias
yo volviese á ser peor me
venieron á echar de la tierra jion
(sic) e yo desventurado, corrido y
afrentado, sin poderle resistir me
fue[292] en Corintio destruido por
me guarescer; aqui vine á vevir
en mucha miseria demandando á
mis amigos y enemigos por
limosna el mantinimiento e no lo
querian dar, á que vine á vevir en
mucha miseria y tanta necesidad
que no tenia una capa con que
me defender del frio; en fin, yo me
vi aqui en extrema miseria, tanto
que me vine á enseñar
mochachos á leer y escrebir
porque de aquel salario me
pudiese mantener.
Micillo.—Mas antes yo he oido
decir que lo hacias por ejercitar tu
crueldad castigando los
mochachos con continas
disciplinas, y eras tan
extremadamente cruel que dicen
de ti que en Siracusa una bieja de
muy grandisima edad rogaba á
los dioses continuamente por ti
que te dejasen vivir por muchos
años, y preguntando porqué lo
hacia, pues toda la cibdad
blasfemaba de ti, respondio que
habia visto en su vida larga
muchos señores tiranos en
aquella ciudad y que de contino
sucedia otro tirano peor y que
rogaba á los dioses que tú
vivieses mucho, porque si acaso
habia de suceder otro tan malo y
más peor, que á todos mandaria
quemar juntamente con Siracusa.
Gallo.—¡Oh Micillo! todo me lo
has de decir, que no callarás algo;
bien has visto el trabajo que
tienen los hombres en el mundo
en el reinar y regir mal las
provincias tiranizando los
subditos; mira el pago que los
dioses me dieron por mi mal vivir;
y si piensas que más descanso y
contento tiene un buen rey que
con tranquilidad y quietud
gobierna su reino, engañaste de
verdad, porque visto he que viven
sin algun deleite ni placer; piensa
desde los primeros justos
gobernadores de Atenas é de
toda Asia, Europa, Africa y
hallarás que no hay mayor dolor
en la vida de los hombres quel
regir y gobernar. Si no, preguntalo
á Asalon (Solon) el cual decía que
tanto cuanto más trabajaba por
ser buen gobernador de su
republica tanto y más trabajo y
mal añadia; pero si consideras tú
cuán gran carga echa acuestas el
que de republica tiene cuidado y
aquel que bien ha de regir las
cosas, piensa que no tiene de
pensar en otra cosa en todos los
dias de su vida, sin nunca tener
lugar para pensar un momento en
su propio y privado bien, con
cuánta solicitud procura que se
guarden y esten en su vigor y
fuerza las leyes quel fundó y no
firmó; con cuánto cuidado trabaja
que los oficiales de su republica
sean justos, no robadores, no
coecheros ni sosacadores de las
haciendas de los míseros de
ciudadanos y qué continua
congoja tiene, considerando
que'stá puesto sobre el pueblo
por propio ojo de todos con el
cual todos se han de gobernar,
como piloto de un gran navio en
cuyo descuido está la perdicion
de toda la mercaderia y junto en
el flete del navio va, y tienen gran
cuidado en ver que si en el menor
pecado ó vicio incurre, á todo el
pueblo lleva de si; de otra parte le
combate su mucha libertad y su
mando y señorio para usar del
deleite de la lujuria, del robar para
adquirir tesoros, vendiendo synos
(sic) preturas y gobiernos para
personas tiranas que le destruyan
los vasallos é suditos, lo cual
huye el buen principe
posponiendo cualquiera interese;
¿pues qué soberano trabajo es
sufrir los adúlteros y lisonjeros
que por servirles le cantan
moviendo al buen rey con loores
que claramente ves que en si
mismo no los hay; pues, ¿qué
afrenta rescibe cuando le canta
en sus versos: hice escaramuzas
notables, si nunca entró en batalla
ni pelea, y cuando le procura
importunar trayendo á la memoria
la genología de sus antecesores,
de cuya gloria, él como buen rey
no se quiere preciar, sino de su
propia virtud? Alleganse á esto
los odios, las invidias, las
murmuraciones de los menores,
de las guerras, disenciones y
desasosiegos de sus reinos, que
todo ha de caer sobre él y sobre
su buena solicitud; pues allende
desto qué trabajos se ofrecen en
las encomiendas de las capitanias
y de los oficios del campo, de oir
las quejas de los miseros
labradores que los soldados les
destruyen sus mieses y viñas y
les roban su ganado, que no
basta mantenerlos de balde, mas
que les toman por fuerza las
mujeres y hijas y sin les poder
defender de todo esto. ¿Di,
Micillo, el buen rey que sintirá,
con que sosiego podrá dormir,
con qué sabor comer é que
felicidad ó deleite piensas que
puede tener? Pues ¿qué te
contaré de los caballeros y
escuderos y continos que
comunican en casa del rey y
llevan salarios en el palacio real,
á los cuales como en el mundo no
sea cosa más baja ni más
enojosa ni desabrida ni más
trabajosa ni aun más vil quel
estado del siervo, ellos se precian
de serlo, con decir que tratan y
conversan con el rey y que le
veen comer y hablar y por esto se
tienen por los primeros; en todos
los negocios y horas con una sola
cosa son contentos, sin tener
invidia de alguno, y tratando ellos
la seda y el brocado y las piedras
preciosas menos pueden y curan
de todos los buenos estados del
vevir y de la virtud que
engrandece los nobres y este
dejan por otros, diciendo que les
sea cosa muy contraria el saber;
en esto solo se tienen por
bienaventurados en poder llamar
amo al rey, en saber saludar á
todos conforme al palacio y que
tienen noticia de los títulos y
señores que andan en la Corte y
saben á cuál han de llamar ilustre,
á cuál manifico, á cuál serenisimo
señor; precianse de saber bien
lisonjear, porque esta es la
ciencia en que más se ha de
mostrar el hombre del palacio.
Pues si miras toda la manera de
su vivir en qué gastan el tiempo
de su vida, ¡oh qué confusion y
qué trabajo y qué laberintio de
eterno dolor! oyémelo y cree que
lo dirá hombre expirimentado y
que todo ha pasado por mi sudor
hasta el medio día porque se
fueron acostar cuando queria
amanescer; luego mandan que
esté aparejado un asalariado
sacerdote que muy apriesa
sacrefique a Dios junto á su cama
á la hora de medio día y despues
comenzanse á vestir con mucho
espacio con todas las
pesadumbres y polidezas del
mundo y a la hora de las vísperas
van á ver si quiere comer el Rey;
¡oh qué hacen en palacio!
dispónense á servir á la mesa; á
la hora que ni entra en sabor ni en
sazon se van ellos á comer frio y
mal guisado y luego á jugar con
las rameras ó acompañar al Rey
doquiera que fuere; venida la hora
de la cena tornan al mismo
trabajo y despues que á ellos les
dan de cenar, á la media noche
vuelven al juego y si juega el Rey
ó Principe ó otro cualquiera que
sea su señor, estan alli en pie
hasta que harto su apetito de
jugar se quieren ir á dormir
cuando quiere amanescer. Pues
las camas y posadas de la gente
de palacio, ¿quién te las pintará?
cada dia la suya y tres ó cuatro
echados en una, unos sobre
arcas é otros sobre cofres
tumbados. En cuanto se debe
estimar; ¡oh vida de más que
desesperados! ¡oh Purgatorio de
perpetuo dolor! Pues entre estos
anda un género de hombres
malaventurados que no los puedo
callar; su nombre es truanes
chucarreros, los cuales se precian
deste nombre y se llaman ansi y
pienso que en los decir su trabajo
no merezco culpa si a[ca]so no
me erré. Estos para ser
estimados y ganar el comer se
han de hacer bobos ó infames
para sofrir cualquier afrenta que
les quisieren hacer; precianse de
sucios borrachos y glotones; entre
sus gracias y donaires es
descobrir sus partes vergonzosas
y deshonestas á quien las quiere
ver; sin ninguna vergüenza ni
temor nombran muchas cosas
sucias las cuales mueven al
hombre á se recoger en si; sirven
de alcahuetes para pervertir á las
muy vergonzosas señoras y
doncellas y casadas y aun
muchas veces se desmandan á
tentar las monjas consagradas á
Dios. Su principal oficio es
lisonjear al que tiene presente
porque le dé y decir mal de la
gente publicando que nunca le
dio; y en fin de todos dicen mal
porque otra vez tienen aquel
ausente. Esta es su vida, este es
su oficio, su trato y conversacion
y para esto, son hábiles y no para
mas; de tal suerte que si les
vedase algun principe esta su
manera de vivir por les rescatar
sus ánimas, no sabrian de qué
vivir ni en qué entender, porque
quedarian bobos, necios, ociosos,
holgazanes, inutiles para
cualquier uso y razon, inorantes
de algun oficio en que se
podiesen aprovechar, en este
género de vanidad, trabajando
hechos pedazos por los palacios
tras los unos y los otros confusos
sin se conoscer y al fin todos
mueren muertes viles é infames;
que estos mismos que les
hicieron mercedes los hacen
matar porque en su
malaventurado decir no les trató
bien. Dejémoslos, pues pienso
nuestra reprension poco les
aprovechará; solo una cosa ¡oh
Micillo! podemos de aqui concluir;
que en la vida y ejercicio destos
necios bobos malaventurados no
hay cosa que tenga sabor de
felicidad, mas gran trabajo y
peligro y desventura para si.
Micillo.—¡Oh! Euforbio, ¡oh!
Pitágoras, ¡oh! Dionisio, que no
sé como te nombre, qué
admirables cosas que me has
contado en el trabajo de mandar
reinos y provincias, á tanto que
me has hecho conceder que no
hay estado mas quieto quel mio,
pues en los reyes y los que
comunican en el palacio real
donde paresce estar la
bienaventuranza está tanto
trabajo y desasosiego de cuerpo y
de ánima que casi no parezcan
vivir. Dime agora porque me place
mucho saber mas; despues que
fueste Dionisio ¿qué veniste á
ser?
NOTAS:
[292] En este diálogo está usado fue innumerables veces en el
sentido de fui.
CAPITULO IX